DOÑA CARMEN, ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA


(Cementerio de Fisterra)

30 días de viaje.
Aquí haremos un alto,
para contemplar la eternidad...

Artículo escrito por Luis Juan Bajo, dedicado a su madre.

Publicado en el periódico Información el 2 de octubre de 2008

DOÑA CARMEN, UN BESO

"Hace ya unos días que falleció Carmen, la mujer de Luis. Doña Carmen. A pesar de ser un tratamiento habitual en el ámbito de la enseñanza, siempre me llamó la atención que sus alumnos más antiguos, esos que ya rondaban la cincuentena, a pesar de los años transcurridos desde que dejaron las aulas, se dirigieran a ella como doña Carmen en señal de respeto y reconocimiento de su competencia. No obstante, más me ha sorprendido que, tras su paso por el Ayuntamiento de Benidorm como concejala, para una parte importante de sus funcionarios siguiera siendo doña Carmen. Así, recientemente, una funcionaria me preguntó si era hijo de doña Carmen para interesarse por su estado de salud. Tras contestar que sí y darle cuenta de su precario estado, le pregunté si había sido su alumna. Me dijo que no y me explicó que para ella era doña Carmen porque en el trato personal con los empleados municipales había sido una gran señora. Supe en ese momento que en el Ayuntamiento de Benidorm, durante muchos años, por sesudos recursos que registrara en esa corporación con motivo de mi actividad profesional, no pasaría de ser el hijo de doña Carmen, de lo cual estoy muy orgulloso, y mucho me temo que, en un cierto tiempo, no pasaré de ser el hermano de doña Irene, lo cual también es un honor.
Ya en el hospital hace escasamente un mes y medio ocurrió algo que me hizo reflexionar acerca de doña Carmen: El País Semanal publicó en su número del Domingo 10 de agosto, un ranking constituido por los 100 libros que más habían influido en 100 relevantes autores de habla hispana. A la vista del artículo y como modo de entretenernos durante las largas horas de hospital, le hice una espontánea encuesta para comprobar cuántos de esos 100 libros elegidos había leído la licenciada en Ciencias Químicas. Pudimos contabilizar alrededor de 90 libros. En un momento dado, ante la involuntaria exhibición que la ya débil doña Carmen estaba realizando, yo reaccioné con no cierta vergüenza pues las sinopsis de los libros que sometíamos a su consideración las estaba realizando delante de gente ajena a la familia, ante lo cual se justificó, a través de la mascarilla de oxígeno, quitándose mérito al explicarnos que su afición a la lectura había sido muy temprana, lo que le había permitido leer muchos libros desde los 8 años, fundamentalmente porque se trataba de otros tiempos en los que no había televisión y porque la abuela disponía de una galería con mucha luz y calefacción donde pasaban los duros inviernos de León.
En ese momento, sin duda especialmente sensibilizado por ser consciente de que eran los últimos días que iba a poder disfrutar de ella, la empecé a ver, yo también, como doña Carmen, como si se tratara de uno más de sus respetuosos alumnos agradecidos por sus enseñanzas. Yo que siempre le había tomado el pelo por los nervios que pasaba y pasábamos toda la familia con los exámenes finales de sus alumnos. Irónicamente le comentaba que más que alumnos parecían sus hijos. Y ahora estoy seguro de que un poco todos lo eran y así lo percibían. Doña Carmen un beso. Un beso mamá."

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